Aquella fresnada
Aquel camino
aquella flecha oxidada de hierro
junto a un hostal
señalando hacia el Sur...
Todo indicaba un huir
un pronto aleteo
de soledad en fuga
de hacer dedo al sol
como un viajante que sólo
vende mañanas puras
apenas manchadas de ciudades
monedas y glorias.
Un tocón de roble:
allí me siento a negociar
con las estrellas
mi próxima invisibilidad.
Allí apenas soy
pero soy al fin
deslumbrado
por el salto
de una ardilla voladora.
Aquella vieja camioneta
donde un gato me mira
con ojos de niña azorada
ante un espectro,
auqel caballo cansado
junto al abrevadero
que muerde inpasible:
un destello de luz
y resopla al sentir
el ruido de mi respiración...
Hay una manzana cerca
un panal de abejas iracundas,
que arrastra a las hormigas,
hay un círculo ruidoso de pájaros
y la repntina visión de una doncella
desnuda que cabalga sobre un ciervo.
Dejaré de leer de soñarme
en unos labios húmedos.
Hay una choza en ruinas
de un ermitaño: allí dormiré
un poco a ras de hojas secas.
Un cráneo, de almohada.
Una luciérnaga de amante.
josema
elquimérico impaciente.
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1 comentario:
Muy buen poema. Mucha calidad entre los versos. El posterior hace pensar en el anterior y así sucesivamente... A veces una huida a tiempo es una gran victoria.
Saludos moscugaéticos.
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