Existen imágenes que en un segundo quedan grabadas en nuestra mente. Con tinta indeleble.
Entre el tumulto de las personas en aquella plaza, mi mirada se dirigió a ella casi de inmediato. Capturé su figura en un zoom-in que abarcó su inmaterialidad, su abismante presencia desplegada ante nuestros ojos como una premonición de los futuros días.
Perdida se hallaba en un rincón del banco, en sus recuerdos, posiblemente atrapada en un mundo irreal.
Su cabeza afirmada en sus manos, representando el peso de la vida de cada ser pensante de este planeta. Su mirada distante de la mía a más de cinco metros calaba en mis ojos como si estuviéramos separadas por un un dedo de distancia, rasgando con ella todas las barreras alzadas contra la emocionalidad.
Avancé unos pasos, pero me detuve. Quería sentarme a su lado, conversarle, saber cuál era su o sus tormentos o, simplemente, acompañarla sin decir nada, murmurándole con mi presencia a su lado que tan sola no estaba.Seguí observándola. Tan anciana, tan sin nadie, con un grito de auxilio que vagaba por el ambiente bullicioso de la
mañana.
Frente a ella, ya a menos distancia, la vida jugó con tiempo y espacio... la gente y el sonido en un segundo se perdieron en alguna ventana interdimensional y quedamos ella y yo... solas, estremecedoramente únicas en la existencia.
Se abrieron nuestras almas, sentí la caricia de la anciana traspasándome gota a gota el dolor de la soledad, del abandono, del respirar por respirar.Me prestó su esencia, me regaló su conocimiento, aferró mis dolores transmutándolos a su ser . Quise arrebatárselos, no merecía cargas ajenas sumadas a su ya saturada pira de sufrimientos. Mas no, los asió en su espíritu mientras todo iba esfumándose hacia la realidad.
Regresaron la plaza, el gentío, el banco a cuatro metros, ella a su rincón... con más dolor, con una humana y abismante soledad.Mis ideas caminaban de uno a otro concepto: caos, aprendizaje, egoísmo, angustia, dolor, futuro...
Deja-vu del mañana:allá estábamos todos, cada uno dentro de una plazuela llena de vida, cada uno en su propio banquillo sumergidos en un marabismantemente vacío.
Me llaman, no puedo despegar ni mi vista ni mi conciencia de esta mujer.Tomo mi cámara y realizo tres obturaciones, debo retener su imagen para saber que ha sido una realidad y no uno de mis momentos oníricos.No pude captar la esencia del dolor que transmitía, dos fotografías nítidas y la tercera... blanza luz diciéndome no más instantáneas.
Antes de perdernos para siempre en el océano del infinito, volteo la cabeza hacia ella, debe llamarse Gea, me digo.
El gesto de un beso la saluda, ondea su mano cual ala perfumada de ángel y siento en mis labios un conmovedor sabor salobre.
Estará hoy nuevamente "Gea" en Philadelphia? Estará ella sola o, a su derecha, en otro asiento solitario alguien más completa el cuadro de la ciudad? Qué cree Ud. ?
Entre el tumulto de las personas en aquella plaza, mi mirada se dirigió a ella casi de inmediato. Capturé su figura en un zoom-in que abarcó su inmaterialidad, su abismante presencia desplegada ante nuestros ojos como una premonición de los futuros días.
Perdida se hallaba en un rincón del banco, en sus recuerdos, posiblemente atrapada en un mundo irreal.
Su cabeza afirmada en sus manos, representando el peso de la vida de cada ser pensante de este planeta. Su mirada distante de la mía a más de cinco metros calaba en mis ojos como si estuviéramos separadas por un un dedo de distancia, rasgando con ella todas las barreras alzadas contra la emocionalidad.
Avancé unos pasos, pero me detuve. Quería sentarme a su lado, conversarle, saber cuál era su o sus tormentos o, simplemente, acompañarla sin decir nada, murmurándole con mi presencia a su lado que tan sola no estaba.Seguí observándola. Tan anciana, tan sin nadie, con un grito de auxilio que vagaba por el ambiente bullicioso de la
mañana.
Frente a ella, ya a menos distancia, la vida jugó con tiempo y espacio... la gente y el sonido en un segundo se perdieron en alguna ventana interdimensional y quedamos ella y yo... solas, estremecedoramente únicas en la existencia.
Se abrieron nuestras almas, sentí la caricia de la anciana traspasándome gota a gota el dolor de la soledad, del abandono, del respirar por respirar.Me prestó su esencia, me regaló su conocimiento, aferró mis dolores transmutándolos a su ser . Quise arrebatárselos, no merecía cargas ajenas sumadas a su ya saturada pira de sufrimientos. Mas no, los asió en su espíritu mientras todo iba esfumándose hacia la realidad.
Regresaron la plaza, el gentío, el banco a cuatro metros, ella a su rincón... con más dolor, con una humana y abismante soledad.Mis ideas caminaban de uno a otro concepto: caos, aprendizaje, egoísmo, angustia, dolor, futuro...
Deja-vu del mañana:allá estábamos todos, cada uno dentro de una plazuela llena de vida, cada uno en su propio banquillo sumergidos en un marabismantemente vacío.
Me llaman, no puedo despegar ni mi vista ni mi conciencia de esta mujer.Tomo mi cámara y realizo tres obturaciones, debo retener su imagen para saber que ha sido una realidad y no uno de mis momentos oníricos.No pude captar la esencia del dolor que transmitía, dos fotografías nítidas y la tercera... blanza luz diciéndome no más instantáneas.
Antes de perdernos para siempre en el océano del infinito, volteo la cabeza hacia ella, debe llamarse Gea, me digo.
El gesto de un beso la saluda, ondea su mano cual ala perfumada de ángel y siento en mis labios un conmovedor sabor salobre.
Estará hoy nuevamente "Gea" en Philadelphia? Estará ella sola o, a su derecha, en otro asiento solitario alguien más completa el cuadro de la ciudad? Qué cree Ud. ?
Nata Gaete
_poemme_ / _eclectica_
4 comentarios:
Felicitaciones
El momento mágico del encuentro entre dos almas más allá del tiempo y del espacio. Cuantas veces damos vuelta la cabeza para no mirar de frente la soledad de la vejez por miedo a entrever nuestro propio futuro.
Es triste.
Cambiaria abismante por abismal, emocional por emocionalidad, suprimiría simplemente, suprimiría el galicismo, marabismante es cacofónica pero rara, la dejaría, la salobridad es una cualidad del sabor por lo cual es una redundancia, podría ser salobre.
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