Fue justo en ese momento en que tomé conciencia de lo que significa la rotación del planeta. La diferencia de masa y tamaño entre mi cuerpo y nuestra Tierra, la increíble velocidad a la que ésta gira vertiginosamente sobre su torcido eje. Me imaginé viajando por el espacio y dando vueltas mientras una fuerza tan grande como la que me intentaba disparar desde el planeta hacia la nada, me empujaba hacia su centro. Un perfecto equilibrio dinámico, bastaba sólo una pequeña falla en alguna parte del sistema para que saliera despedido volando hacia el infinito, o hacia el infierno del centro del planeta, ambas alternativas igualmente catastróficas.
Sentí vértigo y caí de bruces sobre la tierra mojada, mientras la lluvia precipitaba densa sobre mi nuca, enfriando mis pensamientos y mi corazón. Cuando levanté la vista, ella ya se había marchado, y todo volvió a la normalidad.
Jorge Jiménez,un ingeniero al que le dió por escribir
Chile
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2 comentarios:
Pues gracias a los dioses que te dio por escribir. Me ha encantado. Muchas gracias, amigo.
Saludos desde la Enterprise.
Buenísimo, realmente un texto que me gustó. Corto y bueno. Felicitaciones. Magda
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