martes, febrero 27, 2007

Fragmento inicial de "Soliloquio para dos"




Dime, alma, qué cincel has empleado
para que sea yo tu forma,
qué sombra subyace en mi sombra,
o qué memoria soy, qué invertebrada
conciencia.
¿Has moldeado el aire?
¿Asientes a mis volúmenes, a mis ojos?
Acaso sea hijo de tu luz,
y acaso ese resplandor aterido
me rescate de lo inconcebible
y me alimente de lo mortal:
tu fiebre me unce al ser.
¿Qué extraña potencia, alma,
constituyen mis manos?
¿Son las tuyas?¿Tienes tú manos?
¿Ven?
Dime, oh, alma, si es tuyo este silencio
o si son los engranajes de mi cuerpo;
dime si dictas tú mi sangre
o es mi sangre la que te articula;
dime si eres mortal
o sólo sucumbes al azar.
¿Existes, alma?¿Existo yo,
o soy un arañazo de la nada?
Te hablo, y no sé a quién.
¿Por qué es tu transparencia
mi opacidad?
¿Por qué desconozco tu idioma,
si en mí converge cuanto hay,
y me iluminan soles dispares,
y recae en mi piel el peso de lo que se aleja?
¿Por qué no te veo, alma,
si advierto las hondonadas celestes,
los remolinos de la fragilidad?
Me oigo anochecer, y morir,
y construirme;
te niego, alma: niego tu azul
y tus guadañas;
niego tus células,
en las que cunde lo incomprensible.
Y oigo tu levedad,
que me atenaza; y aquilato
tu soplo homicida,
el fluir de tu ausencia
por mis capilares
y mi ropa.
¿Eres, alma?
¿Determinas mi latitud y mi penumbra?
¿Coses mis latidos?
¿Me acunas?
¿Por qué no recalas
en mis signos, y fotografías mis miedos,
y me ratificas en tu hoguera sin causa,
ajena al tacto, despojada de tildes,
pero que siento en el fondo de mi nombre,
derramada,
derramándose?
¿Por qué no lloras?
¿Qué mar es el tuyo, alma?
¿Te poseo
o soy yo tu objeto?
¿Qué abstracciones, pájaros,
estragos
son tu carne,
o la mía? (...)


Eduardo Moga, poeta.
España

domingo, febrero 18, 2007

LICANTROPOS

Ramón es el principito a quien Icaro regaló
alas de acero.
Nat














LICÁNTROPOS

Las uñas crecen fugitivas
tus dedos
se clavan
sin compasión


Mañana nos atraparan
los cazadores de las pieles manchadas
dispararán al viento
se desangrará el aire


Esta noche
la luna prende
tentación
vida o muerte


Aúlla
Acudo
Calla
Me quedo


Ni siquiera es amor
Bocas que se devoran
Licántropos en libertad
Ni siquiera es amor


Depredadores de soledad
Gime el silencio
Cicatrizamos
Suspira el dolor



José Ramón Huidobro, poeta
España

sábado, febrero 17, 2007

Palabras+ imagen+ sonido= magia

Cuando se reúnen palabras, imagen y sonido, llega la magia a tocar la puerta de nuestro día...



...Schhhhh...no digas nada, no rompas el puente entre lo humano y lo divino de lo bello,por hoy, solo por hoy, vive este día mágicamente.

jueves, febrero 15, 2007

Bienvenido




Sin obligaciones, sin horarios, sin contrato de por medio firmado, bienvenido Jota a sostener este micromundo con la ayuda de tus manos.

Gracias , infinitas
Nata









miércoles, febrero 14, 2007

Enajenada ©



Orquídea roja en vaso de plata,
el reloj detiene a las seis la marcha
de sus brazos de oro que atrapan el tiempo
de dos que conversan sin cruzar palabras
En el bar oscuro de oscura fachada
entre humo denso y aroma de bebida barata
danza triste y resuelta, en ajena mirada
una orquídea roja en vaso de plata.



Nat, la vecina de la puerta de al lado.

martes, febrero 13, 2007

EL VIENTO ©




el viento
que me atrapa cuando llega
que me subyuga y atormenta
que me somete y alimenta

el viento
de primavera que altera
que nace y atropella
que a las flores alienta
que a los árboles refresca
que huele a hierba
que al mar reinventa
que a la montaña renueva
que la fertilidad siembra
que la melancolía envenena
…el viento

el viento
de verano que quema
que crece y abofetea
que las flores sesga
que a los árboles seca
que no huele pero calienta
que al mar templa
que a la montaña amarillenta
que la vida prolifera
que ahoga tristezas
…el viento

el viento
de otoño que atempera
que envejece y silencia
que a las flores congela
que a los árboles despeina
que huele a húmeda tierra
que al mar encrespa
que a la montaña riega
que la vida despega
que las tristezas se recuerdan
…el viento

el viento
de invierno que sueña
que muere y se enrabieta
que a las flores entierra
que a los árboles atormenta
que huele a tiritera
que al mar desespera
que a la montaña sesga
que la vida se endeuda
que las nostalgias proliferan
…el viento

el viento
que llega y nos lleva
que al principio altera
que al final sueña
que se va cuando llega
para volver en primavera



Moscugat, poeta.


Málaga








DERECHOS RESERVADOS

domingo, febrero 11, 2007

Jesús Aguado




LO QUE DICES DE MÍ...


Lo que dices de mí:

un extraño camino que nunca he recorrido,

un camino que enlosan tus palabras

y que si miras bien se corresponde

con una de las líneas de tu mano.


Lo que dices de mí

eres tú misma,

eres tú de repente bifurcada,

una parte de ti que se queda a tu lado,

otra parte de ti que se viene conmigo.



Lo que dices de mí va borrando mis huellas



Lo que dices de mí me prepara emboscadas.



Lo que dices de mí

es saliva y es tierra que amasas para darme

figura de caballo, figura de montículo,

figura de lunar, figura de tu espalda,

figura de cualquiera de mis dedos

cerrando uno por uno todos tus orificios

(más saliva y más tierra que coges para darme

figura de cabaña, figura de murciélago.



Lo que dices de mí

es mentira que acierta a decir la verdad.



Lo que dices de mí

se acuesta junto a mí donde estaré,

se acuesta junto a un hueco que llama por mi nombre

y al que besa y aplasta hasta que nazco.



Lo que dices de mí

es telaraña, es red, pero tú no las tensas,

pero nadie las tensa pues nadie está al acecho,

es red, es telaraña frenando una caída

que no se ha producido.



Lo que dices de mí me desconoce

del modo más perfecto imaginable,

me desconoce más que el desconocimiento

que me tienen las vetas de una mina,

que me tienen los kraken,

que me tienen las aguas cenagosas,

que me tienen los cientos de tejados

que guarda el huracán en su gruta secreta.



Lo que dices de mí se va probando mundos.



Lo que dices de mí me multiplica.



Lo que dices de mí estira mis pulmones,

catapulta mis ojos,

despierta a los caimanes de mi sangre.



Lo que dices de mí me acelera y me vuelve

más lento.



Lo que dices de mí no lo dices de mí,

no lo dices siquiera, no soy yo,

es raíces de un árbol cuya fruta

se deshace en tu boca y la refresca,

es un malentendido que tu voz

provoca en nuestro sexo



(el fosfeno y la noche es lo que dices

cuando dices de mí no importa lo que digas.)



Lo que dices de mí no son tus opiniones,

es el dulce apagón de la conciencia,

es la locuacidad de lo que existe,

es un puente colgante entre nosotros,

son ardillas que roen las cuerdas de ese puente,

son cáscaras de nueces, un arca abandonada,

maderos embreados que alimentan el fuego

de un náufrago asustado.


Lo que dices de mí es estaca que busca

con avidez al ávido corazón de ese muerto

que ronda mis castillos y se duerme en sus sótanos,

ese muerto no muerto que llamamos amor.



Lo que dices de mí no necesita

de mí para encontrarme.



Lo que dices de mí no se viene conmigo

a menos que yo firme una página en blanco.



Lo que dices de mí lo dices simplemente

con estar en el mundo, lo dice tu deseo,

esa energía pura que hace pasar las nubes.



Lo que dices de mí obliga al horizonte

a tenderse a tus pies y lamerte sumiso.


Lo que dices de mí se escribe en las paredes

con tizones calientes de tus muslos.



Lo que dices de mí

es la jaula y el mapa

en el acto preciso de aprender

a vendarse los ojos y saltar al vacío.



Lo que dices de mí me pone en marcha,

un loco mecanismo

de huesos astillados como sables

que va retando a duelo a todos los que dicen

que nunca has dicho nada de mí, que estás callada,

que un mutismo feroz te ha comido la lengua.



Lo que dices de mí es manada de lobos

hambrientos y atrapados en páramos nevados,

lobos que se devoran entre aullidos

mientras hila la luna bufandas para el No.



Lo que dices de mí me traduce a un idioma

que aún no conocemos.



Lo que dices de mí me resucita.



Lo que dices de mí:

una orquesta sonámbula

de músicos que tocan concentrados

y miran sin rencor sus partituras

mientras todo el pasaje

ya abarrota los botes salvavidas.



Lo que dices de mí me deja solo.

Una invitación especial

Durante la semana, recibi una invitacion especial por parte de don J.A. Cilleruelo.
Ir a escuchar a Jesús Aguado, en la lectura que hará de su obra el dia martes 13 de febrero, a las 19:40 horas en L Aula de Poesía de Barcelona.
Tuve la fortuna de escuchar hace unos meses atrás a ambos poetas españoles leyendo sus textos, como desearía poseer en estos momentos la magia de transmutarme en mariposa a punto de abrir sus alas y volar hacia la Iberia para poder embriagarme una vez más con la poesía de Aguado y los versos y compañía de José Angel.
No podré asistir en esta oportunidad, mas hago extensiva esta invitación a los amigos que están en Barcelona para que no pierdan de un momento mágico en sus ajetreadas vidas.

Nat

sábado, febrero 10, 2007

La Suave Belladona ©










Baixen
ballen
com belladona
presa a discreció pel suïcida



Suggestió
atrapat
el desig estranya
l'indefinit



No apareixes



aquestes aquí
un ideograma perfecte
el radical del teu pèl
l'indicatiu de la teva pell
les teves senos absents
paradojal



inequitatif



Per algun costat
he tingut la sospita
clámide i nucli
no sera la meva linfa
el mortal desenllaç del meu pol•len.



No em queixo



solament dic
Les yeux dans le corp
sur toi.


&&&



Bajan
bailan
como belladona
tomada a discreción por el suicida



Sugestión
atrapado
el deseo extraña l
o indefinido


No apareces
estas ahí
un ideograma perfecto
el radical de tu pelo
el indicativo de tu piel
tus senos ausentes
paradojal


inequitativo




Por algún lado
he tenido la sospecha
clámide y núcleo
no sera mi linfa
el mortal desenlace de mi polen.




No me quejo


solo digo
Les yeux dans le corp
sur toi.



Datti, siempre Datti y su poesía que es veneno seductor para beber una y mil veces...cuando él quiere
Datti desde Argentina


DERECHOS RESERVADOS

martes, febrero 06, 2007

Tuverasquecosa ©

Hablan de una isla extraña. Fue conocida por un improvisado viajero que decidió echarse al mar o mejor dicho al océano en una también improvisada embarcación: una bañera. Eran tales las ganas que este joven tenía de viajar, que no le importó arriesgar su vida de ese modo. La bañera resultó cómoda pues cuando se sentía cansado por el viaje o sudaba en exceso a causa del sol que a todas horas le acompañaba, el viajero, ni corto ni perezoso, abría el grifo de la bañera y se lavaba con agua salada. Cuentan algunas viejas chismosas que con ello, al cabo de varios meses (los que duró su primera travesía) logró tener una capa externa parecida, en aspecto y solidez, a la de los percebes, incluso una vez, descansando sobre unas rocas en la Costa de la Muerte hubo algún despistado percebeiro que intentó atraparlo burlando las olas, ¡suerte que nuestro amigo siempre iba bien documentado! a diferencia de los percebes…
Pero esa no es la historia que os iba a contar. En su primer viaje, como decía, el joven, que se puede llamar, por ejemplo, Ogai, topó con una colorida isla, cuyas aguas estaban repletadas de peces nunca antes contemplados. Había unos especialmente interesantes. Peces, que se hiperventilaban, cogían aire una y otra vez hasta que, cargados del mismo, empezaban a subir cada vez más alto, salían a superficie pero no se quedaban ahí sino que seguían subiendo más y más arriba. -¿Hasta dónde?- os preguntaréis, pues hasta que estaban tan cerca del sol que les entraba un horrible calor y, al aflojar los carrillos para ventilarse unos a otros, caían, como Ícaro, al agua de nuevo. Esto les divertía muchísimo pues en la caída hacían mil y una acrobacias, caían haciendo la bomba, el salto del ángel, de barriga… y algunos tapándose la nariz para no tragar agua porque no eran expertos nadadores. Eran unos peces muy juguetones pero imaginad lo complicado que se hacía pasar con una “embarcación” entre ellos intentando que ninguno acabase estrellado sobre la cubierta. Estos eran los más atrevidos. Después había unos extremadamente aburridos, que se pasaban el día contemplando su reflejo en el agua que se quedaba entre roca y roca, suspirando y colocándose bien las coletas o las trenzas si éstas se habían despeinado en un remolino. Un rollo de peces. Otra especie singular de la zona eran los peces –yoyoyo-, eran animales que vieron la película “Tiburón” el día del estreno y a los que les gustó tanto su banda sonora que intentaban imitarla poniéndose en fila, uno tras otro y levantando el lomo hacia la superficie, en dirección a la costa, mientras gritaban –yoyoyo-. Por entonces, por suerte, no había pececomios, si no, quién sabe dónde estarían estos últimos hoy día.
En Tuverasquecosa, que así se llamaba la isla, no sólo habitaban magníficos peces sino también personas y algún que otro animal ajeno al agua. Era una isla en cuesta, esto quiere decir, que si a uno se le apetecía darse un baño en el mar, sólo tenía que hacerse un ovillo o una croqueta y dejarse caer cuesta abajo. Incluso los ancianos lo hacían, demostrando, con su técnica, ser unos expertos en la materia.
Cuando el joven Ogai arribó a sus costas, todos y cada uno de los habitantes de Tuverasquecosa había rodado hasta la orilla del mar pero lejos de tratarse de una bienvenida, en su fruncido ceño se adivinaba que de otra cosa se trataba. El joven dejó su bañera bien atada a una roída madera, que custodiaba un cangrejo ermitaño (al cangrejo no le gustó la cara de Ogai, le recordó a un primo hermano suyo con el que había hecho una apuesta que nunca le pagó; al chico tampoco le agradó la cara del animal pues se asemejaba a la de un perro que le mordió de pequeño cuando compraba un paquete de gusanitos en el kiosco de un vecino). -¿Qué ocurre, señores?- preguntó interesado el joven. La respuesta que recibió de la alcaldesa del pueblo, señora muy alta y con pies muy pequeñitos que usaba un gran bastón para poder andar correctamente, fue que no sabían que hacer con la isla. Le explicaron que la isla se movía mucho por las noches, que habían perdido turismo por la mala cara que ésta les ponía a los recién llegados y, además, más de uno y más de dos tuverasquecosianos le habían escuchado sollozar por la noche. ¡Vaya, una isla que llora!
Ogai, aseguró que a él la isla no le había mirado mal pero que tampoco podía asegurarlo porque estaba medio dormido cuando llegó (cosa que no debía haber hecho porque corría el riesgo de perder la licencia de conducción de bañeras en alta mar). No obstante, tras mucho cavilar, saltar sobre un pie, saltar sobre el otro y rascarse la cabeza, Ogai les expuso, que la solución era dejar suelta a la isla, es decir, levar las anclas que la mantenían fija donde estaba, dejarle pasear a su libre albedrío. Así lo hicieron todos, no sin asombrarse por la extraña conclusión a la que había llegado el joven. Quitaron las anclas de donde estaban fondeadas e inmediatamente se escuchó una risita enérgica. Los tuverasquecosianos vieron como la isla se iba de paseo con todos ellos así que se sujetaron bien. Visitaron islas vecinas, La Isla de las Piernas Derechas donde todos los ciudadanos se levantaban cada día usando su extremidad inferior derecha. Más tarde, fueron a ver La Isla de los Tucanes Constipados, antes Isla de los Tucanes, a quien los tuverasquecosianos dejaron unas hierbas para infusión con el fin de aliviar su mal. De camino a estas y otras islas, la que nos ocupa aprendió a nadar a brazas por lo que, además, adelgazó unos kilitos entre viaje y viaje, y encontró, dos islas más lejos mirando al horizonte, a su Isla Media Naranja.
A partir de aquí, la historia pertenece a estas dos islas que son quienes deben contarla si deciden hacerlo público. Sólo resta decir que Ogai, igual que había llegado, se fue en busca de otras historias que vivir para luego contar a sus nietos.
Angela Calderón
España
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sábado, febrero 03, 2007

Haiku






Mi cuenco de mendigar
Acepta hojas caídas


Haiku de Taneda Santoka




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CAMINO PARALELO - VICENTE HUIDOBRO

CAMINO PARALELO - VICENTE HUIDOBRO
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