viernes, septiembre 28, 2007

Antes de REcomenzar...la Pizarnik

Fue un argentino que me hizo conocerla, tuvo la desfachatez de decir que nos asemejábanos.
Hoy la siento amiga tan cercana como a Teresa Wilms Montt.
Tres tristes mujeres, prisioneras de sus circunstancias y esclavas de sus desaciertos.
Epocas distintas, no nos rozamos en el tiempo ni en el espacio
Tal vez un día cualquiera de primavera, nos quememos la piel haciendo poemas.

Por mientras, con Uds., Alejandra Pizarnik:




oooOooo
LEJANÍA

Mi ser henchido de barcos blancos.
Mi ser reventando sentires.
Toda yo bajo las reminiscencias de tus ojos.
Quiero destruir la picazón de tus pestañas.
Quiero rehuir la inquietud de tus labios.
Porqué tu visión fantasmagórica redondea los cálices de estas horas?


oooOooo

LA JAULA

Afuera hay sol.
No es más que un sol
pero los hombres lo miran
y después cantan.

Yo no sé del sol.
Yo sé la melodía del ángel
y el sermón caliente
del último viento.
Sé gritar hasta el alba
cuando la muerte se posa desnuda
en mi sombra.

Yo lloro debajo de mi nombre.
Yo agito pañuelos en la noche y barcos sedientos de realidad
bailan conmigo.
Yo oculto clavos
para escarnecer a mis sueños enfermos.

Afuera hay sol.
Yo me visto de cenizas.

oooOooo
LA ENAMORADA

esta lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra alejandra no lo niegues.

hoy te miraste en el espejo
y te fue triste estabas sola
la luz rugía el aire cantaba
pero tu amado no volvió

enviarás mensajes sonreirás
tremolarás tus manos así volverá
tu amado tan amado

oyes la demente sirena que lo robó
el barco con barbas de espuma
donde murieron las risas
recuerdas el último abrazo
oh nada de angustias
ríe en el pañuelo llora a carcajadas
pero cierra las puertas de tu rostro
para que no digan luego
que aquella mujer enamorada fuiste tú

te remuerden los días
te culpan las noches
te duele la vida tanto tanto
desesperada ¿adónde vas?
desesperada ¡nada más!

oooOooo
LA ÚLTIMA INOCENCIA

Partir
en cuerpo y alma
partir.

Partir
deshacerse de las miradas
piedras opresoras
que duermen en la garganta.

He de partir
no más inercia bajo el sol
no más sangre anonadada
no más fila para morir.

He de partir

Pero arremete ¡viajera!

miércoles, septiembre 26, 2007

Antes de recomenzar, SIMPLEMENTE MUJERES

Mujeres, las equilibristas eternas en la soga tendida entre la emoción y la razón.

"Teníamos todo,
pero saliste a cantarle a la luna
y yo me enredé en la luz de una estrella..."
Teresa Wilms Montt

"La libertad es incompatible con el amor. Un amante es siempre un esclavo."
Germaine de Staël

"Al cantar no me siento como otros dicen sentirse cuando me escuchan.
Mientras otros perciben belleza, yo estoy sintiendo dolor..."
Elizabeth Fraser

"Ahora que soy la hermana de tu piel
y ya no eres un hombre solo
en la soledad del mundo
dame la mano
y seguiremos integrando
una canción profunda".

"El mundo exige resultados. No le cuentes a otros tus dolores del parto. Muéstrales al niño."
Indira Gandhi

"...Entonces me disuelvo, me vuelvo fluida, fluyente.
Huyo de la tortura que me aguarda
como un gigantesco exprimido de sangre.
Escapo para evitar la autodestrucción y la locura..."
Anais Nin

"No se nace sino que se deviene mujer."
Simone de Beauvoir

"El silencio es como el viento: atiza los grandes malentendidos y no extingue más que los pequeños."
Elsa Triolet

"... Nómada seré toda mi vida, amante de los horizontes cambiantes, de las lejanías aún inexploradas, pues todo viaje, aun a las regiones más frecuentadas y conocidas, es una exploración"
Isabelle Eberhardt.

"Porque ninguna lágrima rescata nunca el mundo que se pierde ni el sueño que se desvanece."
Juana de Ibarbourou

"Dos cosas me admiran: la inteligencia de las bestias y la bestialidad de los hombres."
Flora Tristran

"Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú. Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú. Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú. Sé tú el que aparta la piedra del camino."
Gabriela Mistral

"Uno se encarna en esta Tierra ni un día antes ni un día después."
María Estela Andrés

"Ni prisionera de mi pasado ni esclava de mi futuro, sólo la protagonista principal de mi presente."
Nat Gaete

"Ya comprendo la verdad
estalla en mis deseos
y mis desdichas
en mis desencuentros
en mis desequilibrios
en mis delirios
ya comprendo la verdad
ahora
a buscar la vida"
Alejandra Pizarnik

"He cometido el peor de los pecados, quise ser feliz"
Santa Teresa de Jesús

martes, septiembre 25, 2007

A punto de volver a despegar

En cuenta regresiva para REcomenzar.
Han sido geniales, pese al silencio han seguido visitando el blog.

Gracias, infinitas...







Regreso en un fractal de segundo.


(Fotografía gentileza de Adolfo Morales, Huelva, España)

lunes, septiembre 10, 2007

Un respiro o el arte de la autoexplotación.

"He decidido morir un poco todos los días, para así mañana poder levantarme y respirar el aire con las mismas ansias que tuve al momento de nacer".


Punto 1: Mi jefa es una explotadora que no sabe cómo mantener a sus empleados contentos, pregúntenle a otro_jota, moscugat o Bardellini, ellos se lo podrán confirmar. Bajo órdenes de negrera sencillamente no trabajo.

Punto 2: La bitácora necesita un respiro, cumple un año desde que la jefa decidió abrir este espacio colectivo y se está quedando atrás ( el blog no la jefa).

Punto 3: Tiempo de renovarse o morir.

Nat





domingo, septiembre 09, 2007

El pulpo y el marinero



Desde España, Angela Calderón.



El pulpo y el marinero.

Hace mucho, mucho tiempo, había un pulpo violáceo muy bonito que se encontraba como pez en el agua en las frías corrientes del Atlántico. Le encantaba meterse por el estrecho cuello de las botellas que poblaban el fondo marino y jugar a ser un mensaje para un marinero de mucha edad que esperaba noticias de su familia desde hacía años. Imaginaba qué querrían decirles sus familiares y lo dibujaba con sus tentáculos en el cristal de las botellas aún a sabiendas de que nadie lo vería. Cierto día, un marinero, que asomaba su aburrida cabeza por la borda del pequeño barco en el que llevaba años viajando sin demasiado éxito, vislumbró bajo sus aguas amigas un extraordinario animal que hacía curiosos movimientos dentro de una pequeñísima botella. Nadie sabe si el marinero leyó algo o descifró un misterioso enigma acuático con esta visión, lo único real es que se lanzó al agua y sin problema alguno tomó la botella de la que salió el pulpo...meses después abría la puerta de su casa para encontrar a su mujer con algunas canas más sosteniendo un pequeño en brazos. Cuentan que el pulpo aprendió a vivir en una ría cercana a la casa del marinero y que se quedaban horas el uno junto al otro dibujando mensajes en una botella.





viernes, septiembre 07, 2007

SENTIDOS Y NOSTALGIAS por Moscugat (Taller)


Cuando vine a vivir al centro de la capital nunca imaginé que podía llegar a disfrutar de una paz y una quietud dignos del más íntegro de los silencios. Con anterioridad viví durante largos meses en casa de mi padre, en plena ebullición de un pueblo costero universalmente conocido. Allí, dormía en una habitación cuya ventana venía a dar al aledaño de una carretera principal, nervio éste que sopesaba el devenir de cientos de miles de vehículos al cabo de un día. Al alcance de la vista tenía otras ventanas similares a la mía que pertenecían a un edificio de apartamentos y estudios, por lo que me veía obligado a tener la persiana casi en su totalidad echada, ya fuese verano o invierno, para mantener una privacidad similar a la que se sometían mis congéneres.


Con el paso de los días creí habitar en el cuenco de un ojo perezoso o incluso ciego, es decir, que mis sentidos se centraban en imaginar lo que oía llegar desde la rúa, el olor a gasolina quemada, cada grito, cada rugido de motor, el silbido del viento que acostumbra a soplar por Torremolinos… todo ello era imaginado y mezclado en tinturas de memoria donde se recreaban en mi imaginación los recovecos de insignes aventuras. Tenía por costumbre, y la sigo teniendo, dormir bien entrada la madrugada, cosa que no me ha abandonado aún desde allende los tiempos en que me inicié en este tortuoso camino de la escritura y que ya me acompaña sin la ambición de un principio de llegar al punto de lectura de otros lectores como yo. Durante las madrugadas acompañaba mis nuevos versos el maullido de los gatos que de seguro pateaban las calles con dignidad principesca en busca de los manjares que los vecinos de la zona le dispensaban en un callejón cercano.


Las noches me provocaban efluvios imaginarios que la ceguera me privaba degustar para que los sentidos se sintieran completos. Y la imaginación desbordaba en un sinfín de alboronías abigarradas. Cuando ya todos dormían, cuando yo decidía entonces descansar al amparo de Morfeo, subía la persiana y el aire, que ya no llevaba en sus lomos los regustos de la gasolina quemada, incrustaba en mis fosas nasales los efluvios del salitre del mar y así ensoñaba con el paraíso que permitiera mi descanso y mi sueño, hasta que lograba dormir.


Ahora vivo, como dije, en pleno casco urbano y, a pesar de lo contradictorio que pudiera parecer, el sórdido silencio opaca el contraste de la libertad de tener el párpado de la persiana permanentemente abierto, desde donde se divisa el cenit de una vieja capilla bicentenaria, el repiqueteo de las campanadas cuando doblan puntuales y en sus cuartos; un cielo límpido unas veces y otras anaranjado cuando hay calima, así como amoratado de noche cuando la pólvora que lleva las nubes en sus lomos va con pretensiones de deflagrar, dejándose morir desangradas sobre todo mortal; y un edificio viejo, deshabitado y abandonado donde habita el silencio unas veces, otras unos felinos que me brindan los efluvios de tiempos pasados, a los que de cuando en cuando observo y me permiten rememorar versos de antaño y hogaño que, aun teniendo relativamente lejos el mar, me permiten oler a salitre cada vez que les oigo maullar, como si el rubor de las olas al quebrarse sobre la orilla escapasen de sus gargantas para ir a parar a la memoria de mis oídos y, por extensión, de mi olfato.

jueves, septiembre 06, 2007

Horizontes Abiertos (Taller) Manuel Canteros


Por el blog o por correo personal habéis deseado que me cambien de habitación y que pueda tener unas vistas mejores que las de mis dos ventanales. He invitado a Eric Grohe, el gran transformador de muros pelados en paisajes profundos y bellos. Y ha abierto ante mí unos horizontes maravillosos.
Hoy me asomo y mi pared blanca se ha llenado de colores en tres dimensiones. A dos metros de mis ojos y hacia mi derecha, se abre una amplia avenida donde hay coches que no contaminan, rascacielos donde los vecinos se saludan, parterres de flores variopintas, y rostros humanos conocidos: poetas que dibujan en palabras sus encajes de bolillos y vuelcan sus vivencias inmateriales. Mujeres y hombres, jóvenes y mayores, que van o vienen sin prisas, como regodeados en su pacífico deambular. Mil detalles de buen gusto en escaparates, conversaciones, librerías y comercios de souvenir.Ahí, al frente, una fuente que mana justicia, unos hilos cristalinos, sencillos, como de amantes que confluyen limpios en un solo punto, y un chorro alto que trata de enfocar el Cielo como un dedo que señala hacia la altura.
Un poco perdiéndose ya por la izquierda, una castiza calleja llena de macetas y flores de mil colores... Las hay rosas reventonas de amor, sencillas violetas de bondad, pensamientos que evocan que lo humano es más que instinto; geranios cruzados con predominio rosado, donde se advierte el encuentro de dos que se han hecho una sola vida y así permanecen siempre felices. Brotando del revoco de una pared o asomándose por un tejado, florecillas silvestres que hablan de la fuerza de la vida, de una naturaleza que rompe los esquemas racionales y gritan en verde y amarillo la fuerza de una creación que no ha salido de la nada.
Me emborracho de sonidos, colores, filigranas estéticas de mil sabores en los que gozan mis sentidos. Un pájaro cruza el horizonte con su trino armonioso, al que le hace coro la algarabía de la bandada. Sí: ahí en lo alto de mi muro colorista, casi saliéndose ya hacia las alturas.Y podría seguir narrando y perdería el sentido del espacio y del tiempo, absorto en esta sinfonía que percibo: mis ventanales se han abierto y dentro de mi sueño hay una luz que desborda, unas profundidades que aturden... Ya no necesito la bombilla encendida. Me asomo a esa visión y cierro los ojos para observar cumbres mayores que el Himalaya, nevadas de blanco perenne y chorreando cascadas de agua limpia que bulle y alimenta. A distancia, mares extensos que no tienen línea de horizonte porque siempre cabe otro más allá.
Veo..., siento..., vivo... ¿qué podría deciros? Estáis vosotros: Chile, Argentina, Nicaragua, España con sus regiones variadas, diversas en sentimientos y geografía.
Veo nubes y cielos despejados. Y hasta en los días de tormenta y por encima de los nubarrones, el cielo sigue siempre azul.

Mis ventanas. Marisa Serrano (Taller).



Orientado al este, observo un gran ventanal generoso, que me regala todos los días los rayos del sol recién nacidos


Cuando me asomo veo una calle ancha y larga con un bulevar en el centro, sembrado de musgo verde y cuidado diligentemente por operarios del Ayuntamiento, que siempre luce las flores propias de temporada. Completa el conjunto unos arbustos podados, en forma de esferas,. Este alargado jardincillo tiene el propósito de separar la intensa circulación de ida y vuelta, de los numerosos coches y autobuses, que transitan rumbo a la zona sur de Madrid y a las carreteras de Andalucía y Toledo. Y de éstas al centro.
A este tráfico bastante numeroso hay que añadir las salidas de los coches de servicio de un parque de bomberos que al estar muy cercano casi siempre toman este camino. Así que los estímulos visuales y auditivos están asegurados hasta altas horas de la madrugada. ¡Ah! También es camino obligado hacia el estadio Vicente Calderón, sede del Atlético de Madrid con lo que los días que se celebra un partido de fútbol, escucho toda clase de canciones animando a los equipos respectivos y los insultos o aleluyas al acabar el evento.
Afortunadamente, el edificio donde vivo tiene sus ventanas bien insonorizadas. Y salvo que éstas estén abiertas, sólo escucho diversos rumores sordos animados por las sirenas de las ambulancias.
Completan el panorama gentes caminando de forma rápida, por las aceras, como todos lo hacemos aquí. A lo cual ya nos hemos acostumbrado y sólo noto esta rapidez cuando visito otra ciudad o pueblo.Otro día os explicaré las ventajas de los urbanitas.
























lunes, septiembre 03, 2007

La ventana de la nostalgia. Marga Fernández. (Taller).


Cuando la vista se cansa de reposar sobre la pantalla del ordenador, levanto los ojos y me encuentro con una pequeña y tranquila placita con bancos, rodeada de ocho farolas, en la que vida del barrio transcurre de forma pausada. Está orientada al oeste y juego a calcular las horas por el dibujo de las sombras en las paredes y el suelo. Todos los días dos viejos se afanan en recorrerla tercamente con pasos cansinos durante kilómetros y horas en una especie de carrera en círculo contra la muerte, una carrera de antemano perdida, un paseo que no lleva ninguna parte. Mi gata me acompaña en esta mirada, suele ponerse en el alfeizar a tomar el sol entre las plantas o sobre el escáner mirando lo que hago como si pudiese entenderlo.
A lo largo de mi vida he tenido muchas ventanas por las que desfilaron personas, hechos, modas, historias diversas, paisajes maravillosos o deprimentes, todas ellas dejaron la huella del recuerdo en mí. Pero hay una ventana que, a pesar de los distintos lugares en los que he vivido, siempre me ha acompañado, es una ventana a la nostalgia, a la añoranza de lo perdido en el más puro sentido proustiano, una ventana que se llena todos los días de canciones, olores, voces, de, en una palabra, vida. Supongo que la mayoría las casas tienen esta ventana, la más humilde, la que da a un patio de luces donde la gente tiende después de lavar los trozos de su vida, ropajes que les han acompañado y que necesitan tomar el sol para purificarse.
Cuando siento la nostalgia me acomodo en mi ventana, cierro los ojos mientras el sol me da en la cara y el espacio se llena de las coplas que Angelita lanza al aire desde el bajo. La voz se amplifica en la paredes interiores y en mi surge la voz de mi abuela, eterna criadora de los retoños de su hija, cantando mientras airea colchones, sacude alfombras, “Te quiero más que a mi vida, te lo digo, compañero….”, cuida la olla, pone el chocolate a hacerse, te peina las trenzas, “no debía de quererte, no debía de quererte…” ríe y te besa mientras trajina incansable “y, sin embargo, te quierooooo”.Inspiro hondo y un olor a jabones me inunda, vuelvo a volar cogida a la falda de mi abuela, barreño con la ropa sucia en la cabeza y la pesada tabla de lavar sobre la cadera, hacia los lavaderos de mi infancia, lavaderos públicos antes de las máquinas de lavar, lavaderos donde las mujeres con los brazos arremangados con frío o con calor golpeaban las prendas mientras hablaban entre ellas, reían y ese ponían al día de los acontecimientos de pueblo, contaban sus amores y sus penas en una especie de cofradía fuera del alcance de los hombres. Los temas a veces se volvían escabrosos y las voces cambiaban de tono y se volvían apenas un susurro para que los niños no las oyéramos. Esa era la señal para que intentáramos agudizar más el oído o comenzásemos a preguntar con insistencia, al sentirnos rechazados, expulsados de aquel paraíso. Después tendían la ropa sobre la hierba para que se blanquease y todo se inundaba de un olor a limpio que yo confundía con la felicidad, ese mismo olor que ahora me inunda mientras las sábanas de mi vecina voltean sobre mi cabeza empujadas por el viento, dejando tras de si perfumes de añoranza.

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