Viste un perfecto uniforme azul, le asienta a sus canas, le hace verse incluso más alto de lo que es.En su mirada transitan ejércitos de melancolías y tristezas. Su voz, casi un murmullo cristalino aún conserva el cantito de su tierra. Y su espada, un glorioso escobillón, remata en su cénit con poemas de Borges y la letra de cuanto tormentoso tango atraviesa por los escondrijos de la mente de José cada mañana en la intersección de la 58 con la Séptima.
- No, no señora, está demasiado lejos el MOM, tome un bus.
- Le gusta la poesía?
- Tanto como el tango.
- Leería conmigo unos poemas traídos bajo mi brazo?
- Ah, no...no. Soy un modesto barrendero de hotel y ni el gusto de comprar versos recién impresos puedo.
- No los vendo, los regalo. Me acepta un hot dog y una bebida?
- Señora, que los empleados tenemos casino, nos alimentan bien y nos dan nuestros minutos de descanso.
- No soy ni de migración, ni de inspección de trabajo, menos una vendedora.
- Son los vientitrés años viviendo acá, en esta ciudad que no es ciudad, que es cementerio, los que me tienen así.
- Comprendo José. Le puedo llamar por su nombre?
- Solo si lo dice en español. Veamos la poesía.
- No quiero causarle problemas...
José saca un cigarrillo, lo enciende, toma el libro en sus manos. La mujer le habla y le cuenta; él le dice del acento inconfudiblemente cantadito de los vecinos del otro lado de la cordillera. ambos ríen. Se congela la sonrisa de él y mira con los ojos vidriosos hacia el sur.
- Ese es el sur señora. El sur a donde jamás regresaré a no ser en las noches en mis sueños.
- Lo ha tratado mal la vida, no?
- La vida y esta ciudad, y el "boss" y los recuerdos.
- Ya no hay esperanzas, don José?
Un silencio, una voz desgarrando el sonido de la ciudad:
* "Haz que piensas como ellos
no hagas brotar tus palabras
sólo ven el talllo de espinas
y temen la belleza de la rosa
no tejas alambradas que te rodeen
huye por los senderos del silencio
te ajustician con nudos de corbata
están por todas partes, vencedores
desconocen el valor de tu mirada baja
belleza que arraiga en fosas comunes" *
(Lee en voz alta uno de los poemas secuestrados en el libro).
- Joseph, muévete zángano - Se escucha la voz prepotente a lo lejos.
Una mirada avergonzada que baja. Otra mirada femenina más avergonzada aún por causar un malestar al nuevo amigo.Empieza a barrer. Dan vuelta la esquina.
- Lo siento, no quería causar esto.
- No se preocupe señora, tome un bus.
- El libro es suyo.
- Mío?
- Así es. Que mejor lector para los poemas de unos locos que aman la poesía.
Baja la vista nuevamente el hombre, toma los poemas, los mira y los guarda en su uniforme azul.
Atravesando ya la calle sin dar vuelta la cabeza, escucha una voz que se alza fuerte por primera vez en muchos años, casi diría alegre:
- Señora, el libro irá al club en donde nos reunimos los argentinos relegados y sentenciados en esta ciudad... Señora, es una promesa... Irá, lo leeremos y lo haremos rodar.
Algo se agita incontrolable en el pecho de la mujer, ya no se permite derramar lágrimas. En la esquina opuesta alza la mano para decir adiós. Ve al barrendero con su mano alzada y de pronto él indica el sur y ella, una vez más y sin quererlo, llora emocionada.
Unos poemas ruedan bajo la luna naranja de NY amparados bajo la protección de un "barrendero".
(Dedicado a todos los José y a todas las María que "viven" en la Gran Manzana).
Cuento basado en la experiencia realizada de "hacer rodadar la poesía" en NYC, bajo el referente de la intervención cultural "Letras Sin Fronteras".
El presente cuento contiene además el poema "Asepsia" del destacado poeta español José Ramón Huidobro, quien generosamente ha participado en el proyecto y nos ha regalado con esta brillante poesía.
Nat , chilena, una perfecta desconocida
José Ramón Huidobro, poeta, periodista y fotógrafo español. Ha publicado "Africano" (Ediciones Vitruvio), "El hombre ausente" (Ellago Ediciones), "Los amantes de Coriolis" (Editorial Amargord).
http://www.libroverde.com/content.aspx?co=1438&t=164&c=466
Derechos Reservados
- No, no señora, está demasiado lejos el MOM, tome un bus.
- Le gusta la poesía?
- Tanto como el tango.
- Leería conmigo unos poemas traídos bajo mi brazo?
- Ah, no...no. Soy un modesto barrendero de hotel y ni el gusto de comprar versos recién impresos puedo.
- No los vendo, los regalo. Me acepta un hot dog y una bebida?
- Señora, que los empleados tenemos casino, nos alimentan bien y nos dan nuestros minutos de descanso.
- No soy ni de migración, ni de inspección de trabajo, menos una vendedora.
- Son los vientitrés años viviendo acá, en esta ciudad que no es ciudad, que es cementerio, los que me tienen así.
- Comprendo José. Le puedo llamar por su nombre?
- Solo si lo dice en español. Veamos la poesía.
- No quiero causarle problemas...
José saca un cigarrillo, lo enciende, toma el libro en sus manos. La mujer le habla y le cuenta; él le dice del acento inconfudiblemente cantadito de los vecinos del otro lado de la cordillera. ambos ríen. Se congela la sonrisa de él y mira con los ojos vidriosos hacia el sur.
- Ese es el sur señora. El sur a donde jamás regresaré a no ser en las noches en mis sueños.
- Lo ha tratado mal la vida, no?
- La vida y esta ciudad, y el "boss" y los recuerdos.
- Ya no hay esperanzas, don José?
Un silencio, una voz desgarrando el sonido de la ciudad:
* "Haz que piensas como ellos
no hagas brotar tus palabras
sólo ven el talllo de espinas
y temen la belleza de la rosa
no tejas alambradas que te rodeen
huye por los senderos del silencio
te ajustician con nudos de corbata
están por todas partes, vencedores
desconocen el valor de tu mirada baja
belleza que arraiga en fosas comunes" *
(Lee en voz alta uno de los poemas secuestrados en el libro).
- Joseph, muévete zángano - Se escucha la voz prepotente a lo lejos.
Una mirada avergonzada que baja. Otra mirada femenina más avergonzada aún por causar un malestar al nuevo amigo.Empieza a barrer. Dan vuelta la esquina.
- Lo siento, no quería causar esto.
- No se preocupe señora, tome un bus.
- El libro es suyo.
- Mío?
- Así es. Que mejor lector para los poemas de unos locos que aman la poesía.
Baja la vista nuevamente el hombre, toma los poemas, los mira y los guarda en su uniforme azul.
Atravesando ya la calle sin dar vuelta la cabeza, escucha una voz que se alza fuerte por primera vez en muchos años, casi diría alegre:
- Señora, el libro irá al club en donde nos reunimos los argentinos relegados y sentenciados en esta ciudad... Señora, es una promesa... Irá, lo leeremos y lo haremos rodar.
Algo se agita incontrolable en el pecho de la mujer, ya no se permite derramar lágrimas. En la esquina opuesta alza la mano para decir adiós. Ve al barrendero con su mano alzada y de pronto él indica el sur y ella, una vez más y sin quererlo, llora emocionada.
Unos poemas ruedan bajo la luna naranja de NY amparados bajo la protección de un "barrendero".
(Dedicado a todos los José y a todas las María que "viven" en la Gran Manzana).
Cuento basado en la experiencia realizada de "hacer rodadar la poesía" en NYC, bajo el referente de la intervención cultural "Letras Sin Fronteras".
El presente cuento contiene además el poema "Asepsia" del destacado poeta español José Ramón Huidobro, quien generosamente ha participado en el proyecto y nos ha regalado con esta brillante poesía.
Nat , chilena, una perfecta desconocida
José Ramón Huidobro, poeta, periodista y fotógrafo español. Ha publicado "Africano" (Ediciones Vitruvio), "El hombre ausente" (Ellago Ediciones), "Los amantes de Coriolis" (Editorial Amargord).
http://www.libroverde.com/content.aspx?co=1438&t=164&c=466
Derechos Reservados
1 comentario:
Bien escrito.
Agradable de leer, fácilmente deshechable.
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