jueves, septiembre 28, 2006

Al Ritmo De Mis Puntos Erectos ©


Dedicado
a mi acompañante fiel,
de cálido abrazo,
en mi melancolía,
la de mi infancia
y la de mis ansias
como mujer.
A mi propia poesía...

AL RITMO DE MIS PUNTOS ERECTOS
No persigo hacer un triste poema
de amor, deseo y entrega
que se fueron;
será alegre, en la justa medida
en que también lo creas
y que un hombre te sientas
satisfecho
de acariciar mi herida,
de mis reclamos hechos,
en mi pronta sonrisa,
si es que no hubo traiciones
ni mentiras
ni falsos encubiertos,
mientras fui tu poetisa
y tú mi verso.

Mírame… a lo lejos
Entiendeme… en mi cripta
Recítame… en silencio
Siénteme

Eres hombre de medida exacta
para mis caderas,
de rostro madurado en el sereno
que me amaste esa tarde en primavera
cuando viste en las aureolas de mis senos
dos estrellas.
Y me sentí dichosa en tu mirada,
y me sentí la fémina más bella,
la de tus sueños,
y me sentí la hembra más deseada.

Recórreme... con tus tegumentos
Dientéame… con tus incisivos
Descóseme… con tu corvillo
Menéame…

No quise perder mi ingenuidad
por ser hembra inexperta
con hambre de tu orgasmo;
quise regalártela sin nada esperar
como toda mi luz completa
dispuesta ante sus sombras
para iluminarte;
y mis pezones rosados,
cual lanzas belicosas,
desnudos para honrarte.

Envuélveme… de tu lardo
Enmúgrame… de tu secreción
Enciéndeme... de tu antorcha
Enchúfame…

Luego leímos unas líneas diferentes
y estuve allí, fiel y constante,
esperando por ti
y comprendí tu verso ausente,
aún cuando no lo declamaste
pero yo lo escribí.
Igual fuiste tú quien delineó mi vagina
entre las líneas de tu dialecto
entumecido.
Igual te quedaste sorbiendo
mi rocío.
Igual yo tomé tu falo
entre la bruma de tu noche fría
y silenciosa.
Igual lo dibujé en mis manos
que se templó de sangre en mi caricia,
y se templó de fuego entre mi boca.

Entiérrame... como semilla
Revísame... como consigna
Saboréame… como agracejo
Resucítame…

Nunca antes pude entregar
con más frenesílos
temblores de mi cuerpo,
porque estaba enamorada
y mi deseo por ti
como el oleaje del mar,
levantó indiscreto
la ondulación de mi vientre
en tu ego
y mis ansias derramadas,
humectando mi entrada
para que entres;
al ritmo de mis puntos erectos,
raspando mis entrañas.

Mila
Milagros Hernández Chiliberti
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