Tus ojos ya me miran y al fin veo;
luceros que reflejan mi existencia.
Y ahora que camino por mi esencia,
pues tu piel es la tierra que rastreo;
ahora que cabalgo en el deseo
mi boca saborea tu presencia.
Tu pecho es el que marca la cadencia,
tú, la galera de la que soy reo.
Encadenado a tus deseos vivo
y agua de tu vaso es la que bebo.
Sea de mi propia libertad esquivo
si pago yo los besos que te debo,
pues de tu piel, siempre seré el cautivo;
en tu cuerpo nado… que tu aroma llevo.
Rodrigo Díaz
España
4 comentarios:
Bello soneto de un autor del que no había leído nada y descubro ahora en la estética de tu espacio que por vez primera visito.
Saludos...
Extraordinario soneto, claro que sí.
Saludos moscugaéticos.
Me gusta la poesía que se entiende con una primera lectura y la tuya es así. Felicidades!
Adoro el soneto y éste es una belleza. Felicitaciones. Magda
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