Like a rolling stone...
Como una piedra rodando pasa la vida, en ritmo de rock and roll, y el gran desafío es que la piedra al rodar haga ladrar a los perros.
Pues bien, alejada por motivos de cambios he estado durante algo más de un mes, difícil ha sido desligarme de Antaria y no haberle prestado la atención debida... acúsome de esta falta.
Sin embargo, mi lugarteniente Moscugat, pese a sus agitados días y numerosas obligaciones ha tenido la gentileza de postear durante mi ausencia, lo que demuestra esa gran calidad humana que posee y el cariño infinito hacia este blog colectivo: gracias infinitas Moscugat, amigo del alma, hermano de las letras, Antaria y especialmente esta hija de la Luna quedan en deuda contigo.
Llama mi atención dos asuntos bastante particulares:la baja notoria de visitas al blog, lo que me hace replantearme en cuánto al curso que éste debe tomar y esa apatía tremenda en que los camaradas están sumergidos pues pese a mis constantes invitaciones y motivaciones para que participen en el blog sólo obtengo silencio. Al parecer por el tipo de sociedad en que estamos sumergidos, estamos tendiendo por el actuar del "solitario ensimismado en su reducto".
Como soy una optimista en lo referente a la difusión de la palabra y acudiendo a mi pàrrafo inicial, Antaria debería ser una piedra rodando y generando tanto "ruido" que haga que los perros queden disfónicos. Difícil tarea , mas no imposible.
Dejo una vez más abierta las puertas de Antaria para toda colaboración, opinión y proyecto que nos muevan a hacer de internet no sólo un medio de mass culture si no tambièn una herrramienta al servicio de intervenciones artísticas que nos permitan a nosotros, los aprendices de artistas, generar espacios underground que aporten calidad en forma y contenido.
Teneis la palabra.
Nat
2 comentarios:
Hola mi reina:
No debes agradecerme nada, al contrario, soy yo el que debe estar agradecido por tener la gentileza de poder participar en este blog, ventana por otra parte para todo artista que desee compartir. A mi me ocurre como a ti, incluso todo aquel que participó alguna vez no ha vuelto a querido dejarse ver más por aquí; pues no soy yo ni tú, mi queridísima reina, quien debamos insistir, sino ser pacientes puesto que llegará el día en que hagamos tanto ruido que se nos oirá por todos los rincones donde pueda soplar el viento, que para eso soy hijo del mismo.
Saludos moscugaéticos, un millón de abrazos, y otro de besos.
El problema es que ya no hay perros, pero ilusos sí.
Mientras tengan deseos de hacer algo, adelante.
Tapo mis oídos, no deseo quedar sordo.
FER
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