Las tres mil fotografías con las que Ramón Huidobro volvió de su viaje a la India podrían haber sido tres mil haikus: los haikus del Tren. En este tren, Ramón realizó un viaje iniciático y volvió con este hatillo de fotos en los que cada persona es una estación; cada vagón, una vía; cada camino, una parada y cada parada es una fotografía.
Y vuelta a empezar: cada persona es una fotografía y cada gesto suyo, una mirada.
Atacado por alguna patología poética, cada mañana se levanta hambriento de imágenes y las toma, las caza, las recolecta, a veces las roba, incluso las mendiga, según su estado de ánimo. Hasta que descubre que se relaciona con la gente a través de la fotografía. Y como en su vida cotidiana en Madrid, realiza transgresiones. Transgresiones cotidianas, domésticas. Se cuela en las bodas, se inmiscuye en conversaciones, se asoma a los compartimentos de las familias, pero, sobre todo, mira donde no hay que mirar. Siempre con su cámara.
El viaje iniciático se vuelve mundano y retrata los malos olores de las alcantarillas sociales, los aromas de las novias y de las especias, los colores de las lentejuelas, la línea del horizonte invadida de pájaros o de locos, en fin, todo lo que se le ponga por delante. Como si en cada fotografía tuviese que contar todo.
El viaje empieza a destilar experiencia y el tren se fluye como un río lleno de cadáveres muy vivos. Las vías del tren se parecen a las calles, los vagones a las casas, sus habitantes son los mismos, los moradores son viajeros. Todo es lo mismo y todo cambia.
En este tren, en este viaje gráfico, se encuentra el discurso universal del agua, con sus protocolos y bautizos; el del comercio, y sus relaciones sociales y los mercados, donde van a mercar todos: abuelas, nietos, gatos y travestidos; está el discurso del viaje, del cambio, del tren, ese tren que tanto se parece a una casa.
En este viaje, una peluquería se convierte en un templo, un templo en un establo y el establo en una playa.
El viajero va descubriéndose a sí mismo hasta que nos encuentra a todos en la cara de una vieja. O de una niña. Elijan.
Jorge Moreiro
Editor gráfico Sleeping train
miércoles, octubre 17, 2007
El fotógrafo compulsivo.
Publicadas por nat a la/s 7:51 a. m.
Etiquetas: fotografía photos, Huidobro, poesía poetry
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