Desde España, Angela Calderón.
El pulpo y el marinero.
Hace mucho, mucho tiempo, había un pulpo violáceo muy bonito que se encontraba como pez en el agua en las frías corrientes del Atlántico. Le encantaba meterse por el estrecho cuello de las botellas que poblaban el fondo marino y jugar a ser un mensaje para un marinero de mucha edad que esperaba noticias de su familia desde hacía años. Imaginaba qué querrían decirles sus familiares y lo dibujaba con sus tentáculos en el cristal de las botellas aún a sabiendas de que nadie lo vería. Cierto día, un marinero, que asomaba su aburrida cabeza por la borda del pequeño barco en el que llevaba años viajando sin demasiado éxito, vislumbró bajo sus aguas amigas un extraordinario animal que hacía curiosos movimientos dentro de una pequeñísima botella. Nadie sabe si el marinero leyó algo o descifró un misterioso enigma acuático con esta visión, lo único real es que se lanzó al agua y sin problema alguno tomó la botella de la que salió el pulpo...meses después abría la puerta de su casa para encontrar a su mujer con algunas canas más sosteniendo un pequeño en brazos. Cuentan que el pulpo aprendió a vivir en una ría cercana a la casa del marinero y que se quedaban horas el uno junto al otro dibujando mensajes en una botella.
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