martes, enero 22, 2008

CAFE Y LECTURAS con CRISTIAN PIAZZA

La noche según Murakami


MMi primera lectura de Haruki Murakami fue su publicación más reciente. After Dark (2007) es la última traducción al inglés que se edita en Estados Unidos. Tal como sucede con las personas comienzas por conocer el presente: en una fiesta, en un café, en el supermercado, en el cine; y a partir de entonces juntas las piezas del pasado: fecha de nacimiento, signo zodiacal, hermanos, hermanas, “affaires” varios, etc. Así me sucedió con este escritor japonés cuya verdadera escuela literaria fue el Jazz de Monk y Parker.

Por meses me vi tentado por los tÌtulos de sus otras novelas: Kafka on the shore; Norwegian wood; Dance, Dance, Dance. Siempre me atrae el nombre de Kafka, la referencia directa al atormentado escritor de origen Checo es infalible; su figura es más novelesca que sus propias ficciones. Me abstuve de comprarlos por que desconfiaba mucho (y aún soy muy crítico) de las traducciones (aunque después medí las probabilidades de que algún día pueda leer en japonés) y mi poco conocimiento de la literatura nipona y oriental. También andaba en otras cosas; había relegado la lectura a un segundo plano. Mi situación económica tampoco se prestaba para descubrimientos que alteraran mi restringido presupuesto. En fin, no era el momento.


After Dark sucede en un marco muy específico de tiempo. Comienza a las 11:56 de la noche y termina a las 6:52 de la mañana. La noche como protagonista, que explica mejor algunas cosas, que saca a relucir lo que las convenciones sociales nos obligan a ocultar; pero la noche es también violencia y vicio: el lugar ideal para que sus mutantes asomen la cabeza.

Dos hermanas, Eri y Mari, diferenciadas por la sÌlaba inicial de sus nombres, son extremos opuestos. Eri es vanidosa; modela, sabe que su cuerpo y su belleza son su mejor activo. Mari, por su parte, es tímida, se viste con ropas holgadas y algo masculinas, lee mucho. A partir de esta breve descripción, podríamos suponer que la noche pertenece a la hermana mayor, a Eri. Sin embargo, la acción parte de Mari, que servirá de hilo conductor de las distintas micro historias que se van sucediendo en la noche de Tokyo.

Takahashi es un trombonista que ensaya en las madrugadas. Reconoce a Mari luego de años sin verla y se sienta a su lado, a pesar de la poca receptividad ofrecida. Ese encuentro le permitirá a la joven de 19 años descubrir las otras caras de la ciudad en un breve lapso de tiempo: una maestría intensiva de la vida sin actos de graduación ni diplomas; sólo la certeza de lo aprendido.


Cada cierto número de páginas una nueva presencia se hace visible: la dueña y las empleadas del hotel; la joven prostituta china que es golpeada y abandonada en una de las habitaciones por Shirakawa, un empresario de horarios extendidos y finalmente el mercader de jóvenes indocumentadas.

Eri no hace otra cosa más que dormir durante toda la novela; algo extraño ocurre con su hermana, intenta contarle Mari a Takahashi, conciente de lo inusual de la situación. La situación de Eri es “irreal”, la narración se intercala y va soltando partes de un rompecabezas que quizás no tenga solución:

“Eri Asai is still sleeping. The Man with No Face, however, who was sitting beside her and watching her so intently, is gone.” (p.101)

Mari y Eri han intercambiado roles. Es la única manera que tienen para reconciliarse luego de ser deliberadamente etiquetadas como antagónicas:

“Mari has made her ways through the long hours of darkness, traded many words with the night people she encountered there, and come back to where she belongs”. (p.190)

Hay un narrador que observa, que tiene limitaciones, que no conoce la psique de los personajes que encuentra: se hace las mismas preguntas que cualquier lector podrÌa hacerse. Este narrador no juzga. Es cinematográfico en sus detalles; usa recursos técnicos al explicar el punto de vista.

Presenta la noche y el día como lo que son: el comienzo y el final de algo que se prolonga indefinidamente; cíclicos, abundantemente iterativos. “The night has begun to open up at last...” ¿Quién se tomar· la tarea de contar esa otra mitad?

Fotos: 2. © Pascal 3. © La Bele 4. © Elena Seibert

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