Al poco de nacer mi cabeza la depositaron sobre una almohada y cuando muera mi cabeza la colocarán sobre una almohada. Ha sido, es y será mi eterna compañera, mi cómplice durante toda mi vida, y testigo de mi desarrollo como ser humano: infancia, niñez, adolescencia, juventud, adultez, y en la actualidad acercándome a la llamada tercera edad.He disfrutado a su lado momentos inolvidables, entrañables, difíciles, afectivos, pasionales, tiernos y he compartido mi relación al lado de otra almohada y de otra persona. Pero al final siempre he terminado descansando mi cabeza en mi querida en entrañable almohada. He tenido toda clase de almohadas y actualmente tengo una cervical Tempur.En mi infancia, me escondía de la oscuridad, donde me abrazaba con todas mis fuerzas y como fiel servidora, siempre ha cumplido su cometido sin refunfuñar, en silencio, y con total complicidad.En mi niñez, no era consciente de que tenía almohada, porque caía derrotado de tanto jugar.En mi adolescencia, cuando dejé de ser niño, empezaron mis problemas y por tanto mi relación con mi almohada se hizo más intensa. Pasando a ser mi amiga, consejera y tutora en determinados momentos.En mi adultez, cuando se me mostró la luz interior, ha sido fiel testigo y en el silencio de la noche, a mi lado, recorrimos senderos ocultos y nos bañamos juntos en el lago luminoso sembrado de estrellas.Han existidos momentos majestuosos y mágicos donde ambos hemos flotado como las plumas y nos hemos dejado llevar por la ingravidez, o algo que se le parezca, algunos lo llaman viajes astrales, sintiendo como un poder se manifestaba desde el comienzo de la columna e iba subiendo escalando la montaña que representa mi cuerpo inmóvil, inerte, pero consciente.Otros momentos se ha manifestado una presencia y pobre de mi y de mi almohada, que hemos sentido miedo. Miedo a lo desconocido y nos hemos unido en la profunda meditación, para estar seguros y aferrarnos a la experiencia para disipar toda duda o miedo.Ahora cuando me acerco a la tercera edad, es cuando estoy disfrutando más de mi relación con mi almohada, porque por fin y después de muchos años de convivencia, ocho horas más o menos cada día, hemos tenido tiempo más que suficiente para conocernos bien. Instalo mi cabeza, buscamos la posición que ambos conocemos y a esperar a que el la nave del sueño, pase por nuestra estancia y nos lleve a lugares paradisíacos, inaccesibles para el cuerpo, pero hermosos, increíbles, donde el reino del aliento es su destino final, allí nos recargamos de energía y amor, y regresamos del viaje cotidiano totalmente renovado y dispuestos a dar gracias al Creador por el inmenso reglado de una existencia plena.
jueves, junio 07, 2007
La Almohada – Fernando García Muñoz
Publicadas por nat a la/s 11:10 a. m.
Etiquetas: cuentos tales, relato
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4 comentarios:
Excelente narración sobre la infatigable compañera y confidente, la señora Almohada.
Me ha encantado. Muchas gracias.
Un saludo desde la Enterprise.
Enterprise, un saludo desde otro www.pasajeroeneltiempo.com
Me alegra que te haya encantado.
Un saludo de un pasajero en el tiempo con billete de ida y soltando lastre.
Me ha gustado mucho tu reflexión, creo que has dicho lo que todos pensamos de esa amiga y compañera tanto de noches malas como de noches buenas y siempre presente. Un abrazo. Magda
Excelente descripciòn de la sra almohada.
¡Bravo!
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