jueves, junio 07, 2007

¡La echaba tanto de menos¡. Merce.


Cada noche, a eso de pasadas las doce o entrada la madrugada, su falta le abría esa herida que dejaba su ausencia. Acudía , entonces, a la memoria que no tenía, el familiar ritual de ella: la varita de incienso en la mesilla, la tenue iluminación de la lámpara , el libro cerrado en nunca recordada página... cepillaba su pelo, unos instantes, como si con ese gesto pudiera ahuyentar todas las tensiones, todos los temores y le rociaba a él de esa fragancia a lavanda, le habían comentado que ese aroma tranquilizaba e inducía al sueño. A continuación, su cálido rostro acurrucándose en su tela, en su piel; ese era el momento más dulce del día, quizá también de su existencia, pensaba el huérfano almohadón, ahora que ella se había ido definitivamente de la casa.

1 comentario:

maría magdalena gabetta dijo...

Precioso. Un almohadón con sentimientos. Me ha encantado. Besos. Magda

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CAMINO PARALELO - VICENTE HUIDOBRO

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