- ¡Gracias, Nat !
- ¿Por qué "gracias"?
- Sí. Gracias por la oportunidad que me brindas con "tus almohadas". Es que yo conocí una almohada prodigiosa.
- ¿Y eso?
- Te cuento, aunque con pudor, porque es algo muy íntimo lo que te voy a desvelar.
Yo fui un niño feliz. Crecí en un ambiente sereno, familiar. No sufrí ningún trauma. Y miro a mi infancia, adolescencia y juventud como un remanso de paz. Fui educado en la amorosa rectitud de unos padres cercanos y cordiales, amantes de la mesa de camilla común para todos..., en un clima de gozoso respeto, de verdadero hogar. Jamás vi discutir o enojarse a mis padres, ni tener puntos de vista encontrados u ocultamente tensos.
Y el secreto fue LA ALMOHADA.
Por esa "lógica" sin explicaciones que hace más cercana a la madre, cuando yo deseaba algo iba a mi madre y se lo pedía. Y mi madre, con su maravillosa bondad, me remitía a mi padre:
- Lo que diga papá.
Y yo iba a papá recorriendo el largo pasillo de una casa antigua, y le decía:
- Papá... (y le pedía aquello).
- Lo que diga mamá.
- Es que mamá ha dicho que lo que digas tú.
- Lo consultaré con la almohada. (Era la respuesta inequívoca).
¡Y buena "almohada" tenía mi padre! Prodigiosa almohada. Cuando me venía la resolución de "mi padre y "la almohada"..., había una respuesta al unísono. No había fisuras, no había suspiros ni reticencias. Mi padre y "la almohada" estaban de pleno acuerdo, y eso era lo que nos llegaba a los hijos, y lo que nos daba siempre una enorme
seguridad.
Una "almohada" así deja paz de fondo y se transmite hacia afuera. No deja lugar a una palabra más alta o en discordia. Hace fluir en todo la serenidad y la buena armonía. ¿Hay algún punto de venta? Que yo quiero comprarme una.
2 comentarios:
Excelente! hermoso relato/recuerdo, trajiste una frase que mis padres también solían utilizar, eso me encantó. Un abrazo. Magda
ESTA MUY LINDO EL POEMA ME ENCANTO
MUCHISISISIMO
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