SALMO II (Resurrección)
Que de vacío llené mi vacío
y el pus de la nada horada en la vida.
Hipogeo de ausencia y sin salida;
Caronte espera a la orilla del río;
allí donde crecen flores de hastío,
donde lo bello no tiene cabida.
Escucho el eco de mi alma dormida,
alma latente que inverna en el frío.
Yo pensé que vivía y muerto estaba,
que la Estigia cruzaba yo hacia el Ares.
Mas al ver que Cerbero se alejaba,
recordé mis recientes avatares,
y el corazón dando saltos gritaba:
“¡Rema a la Vida barquero…no pares!”
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Desde Castilla el ars magna de Rodrigo Díaz
2 comentarios:
Hermosísimo!. Magda
Un poema sublime y conmovedor dejándose mecer por el mito. Me gusta su ritmo, su cadencia y su profundidad...
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